El Imperial se abre al turismo con nueva ruta fluvial.
EMBARCACIONES. Iniciativa pretende crear una conexión entre los distintos emprendimientos de la comuna de Carahue, a través de una serie de muelles instalados a la orilla del río.
En Carahue, Germán Sáez es más conocido como «el compañero Loro» que por el nombre con el que sus papás lo inscribieron en el Registro Civil hace 65 años. Nacido y criado en el barrio Estación de la misma ciudad, ve con orgullo que el muelle que construyó hace cuatro años tendrá ahora como vecino a una renovada infraestructura que será el punto de partida de la nueva ruta fluvial inaugurada ayer, la que busca revivir el tránsito de embarcaciones de pasajeros por el río Imperial.
La nueva ruta de navegación turística se denomina «Carahue Navegable» y se trata de una serie de muelles que estarán instalados en emprendimientos ubicados a la orilla del río, entre Carahue y el humedal de Moncul, incluyendo Nehuentúe. Desde la ciudad de los tres pisos, los botes y lanchas saldrán desde el muelle «El Buey», el mismo lugar donde «el compañero Loro» hizo su muelle de madera «a punta de ñeque, clavos y madera», según cuenta.
A recuperar lo perdido
«Yo crecí al lado del río, pero aprendí a construir botes hace como 15 años. Hace casi cuatro años me atreví, con el apoyo económico de algunas personas, a hacer un muelle a punta de clavos y maderas. A puro ñeque. Lo hice con harto esfuerzo y sacrificio para recuperar este sector, que tiene mucha historia», explica Germán Sáez.
La historia que refiere Sáez la relata Olegario Baeza, quien ha dedicado gran parte de sus 72 años a estudiar la historia de su pueblo. «Podría decirse que soy un entusiasta por la historia de Carahue», dice.
«El nombre de este muelle dice relación con que desde la estación de Ferrocarriles hasta aquí había un puente que tenía un carro de carga que era tirado por un buey. Ese carro llevaba el trigo, la avena y otros cereales, desde los barcos hasta la estación. Al mismo tiempo, llevaba la mercadería y víveres que llegaban en tren, hasta los barcos o vapores que iban a los sectores donde no había camino. Ese carro lo tiraba un buey, y por eso se llama así», rememora el actual guía turístico y cultural del parque de los trenes de Carahue.
«Antiguamente, todo era barcos en este río. Todo el transporte de mercadería y pasajeros era por embarcaciones. No existían los caminos, no había buses. Todo se hacía a través del río», rememora Germán Sáez.
«El barco o los vapores eran la única forma de distribución de mercadería y de transporte en localidades como Trovolhue, Nehuentúe e incluso Puerto Saavedra, cuando hasta allá no había conexión porque todavía no se construía el puente colgante. Lamentablemente, eso se perdió por grandes tragedias que hasta hoy día la gente de Carahue recuerda», sostiene el historiador popular.
Una de las tragedias que menciona Olegario son los dos hundimientos de vapores que dejaron, en total, casi 350 personas fallecidas. El primero ocurrió un 19 de enero de 1948, donde el vapor «Cautín» se hundió producto de una sobrecarga de pasajeros que iban a la fiesta de San Sebastián, en Nehuentúe. En ese accidente, ocurrido justo frente a Nehuentúe, murieron 300 personas. En tanto, la segunda fue el hundimiento del «Helvetia», otro vapor que se hundió «llegando a villa Damas. Ese barco enredó su hélice con el cable de la balsa que había allí», relata Olegario, quien recuerda exactamente que perecieron 43 personas.
«Eso fue echando abajo la vía fluvial. La gente dejó de viajar por miedo, pese a que seguían corriendo barquitos. Luego se inauguró el puente y la gente de los sectores que se trasladaban por el río, comenzaron a usar los caminos y a transportar la mercadería y su producción en camiones y tractores», detalla Olegario.
El combo de nocaut para los recorridos de embarcaciones a través del río Imperial vino con el terremoto de 1960. El cataclismo provocó que «la barra de la desembocadura del río, en Puerto Saavedra, se moviera. Eso impidió que los barcos pudieran salir hacia el mar, porque quedaban varados en la arena. Eso terminó por sepultar la vía fluvial», lamenta el guía.
Sin embargo, el río sigue siendo navegable en las proximidades de Carahue y Nehuentúe. Por ello, la ruta fluvial pretende potenciar su uso turístico uniendo los microemprendimientos de transporte fluvial con aquellos proyectos de emprendimientos turísticos que están a la orilla del río Imperial.
La iniciativa
El proyecto de la ruta fluvial «Carahue Navegable» fue iniciado en el año 2011 por el Departamento de Acción Social (DAS) del Obispado de Temuco, quienes tomaron como antecedente la constante voluntad de la comunidad carahuina para reanimar el transporte por el río Imperial.
«En el 2011 se hizo una prospección muy rudimentaria del río y luego se fue avanzando con ecosondas, la georreferenciación de muelles antiguos, sitios patrimoniales y atractivos turísticos, lo que permitió tener una mejor visión del potencial que intentábamos abordar», explica Olga Verdugo, encargada de la oficina del DAS en Carahue.
«Terminado el proceso de estudio, en el 2015 comienzan a surgir conversaciones con la empresa privada en términos de involucrarse a iniciativas territoriales, y ahí nace la idea de probar muelles que fueran desmontables, los que estuvieron entre 2015 y 2016 en proceso de marcha blanca para ver su comportamiento ante la corriente y las mareas. Con la tecnología probada, sentíamos que era necesario establecer la ruta con un inicio y un término, ahí se empezó a planificar la instalación de un muelle de partida acá en Carahue, que es el que inauguramos hoy (ayer)», mencionó la funcionaria del Obispado de Temuco.
Financiamiento
La ruta considera un total de ocho muelles, de los cuales cuatro están operativos y en funcionamiento gracias a una inversión de más de 60 millones de pesos, obtenidos a través de la Conferencia Episcopal Italiana (CEI) y la empresa CMPC Celulosa, mediante su filial Forestal Mininco.
«Este es un trabajo conjunto entre el mundo privado, el público, las organizaciones comunitarias y el DAS. Nosotros como empresa aportamos en temas económicos pero esto es un trabajo más profundo, en el sentido de estar comprometidos con las comunidades donde operamos y tenemos patrimonio forestal», indicó el jefe de gestión de comunidades de CMPC Celulosa.
Uno de los muelles ya habilitados está ubicado en la casona Daysú, un emprendimiento de pensión y hospedaje turístico instalado en el kilómetro 15 de la ruta entre Carahue y Nehuentúe.
Su dueña, Sonia Rivera, ve con buenos ojos esta nueva ruta fluvial. «La casa es de 1800 y tenía un muelle que estaba en mal estado. Con este proyecto se reparó y ahora esperamos que los turistas locales y extranjeros lleguen por el río a tomar desayuno, a alojar o a recorrer. No solo a mi casona, sino a la de los otros empendimientos que están conectados por este maravilloso río», dice Rivera.
«Que resurja la navegación es lo mejor que me pudo pasar a mí, a mi barrio y a toda la gente de Carahue. Estuvimos esperando esto mucho tiempo y ojalá marche bien», dice Germán «compañero Loro» Sáez, mirando los botes de ciprés que siguen amarrados al ahora viejo muelle de madera.
Fuente Noticia: Austral Araucanía
Fuente Imágenes: UfroMedios